Gracias a la utilización de pulsos de láser, los científicos han conseguido crear un complejo modelo de nano-estructuras que aporta a los metales esta nueva propiedad que no se deteriora con facilidad y que puede tener múltiples aplicaciones en una gran variedad de sectores. Por ejemplo, en el sector de la aviación. Al repeler el agua, las alas de los aviones no se congelarían ante temperaturas extremas.
“El material repele el agua con tanta fuerza que el agua rebota. Luego vuelve a caer sobre la superficie, vuelve a rebotar y después simplemente sale deslizándose de la superficie”, explica Chunlei Guo, coautor del estudio.
Aunque la técnica está aún en proceso de depuración, ya que hasta el momento los científicos tardan una hora para dibujar apenas unos milímetros en el metal, esta superhidrofobia añadida a los metales supone un gran salto respecto a materiales como el teflón o politetrafluoroetileno que además al formar parte del mismo metal su resistencia es mucho mayor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario