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domingo, 8 de marzo de 2015

La poderosa Guardia Revolucionaria que define la política exterior de Irán


En la ofensiva para recuperar Tikrit de las manos del autodenominado Estado Islámico, las fuerzas iraquíes parecen contar con el apoyo de la Guardia Revolucionaria de Irán (GRI).
Un comandante de una milicia chiita le confirmó a la BBC la presencia en la operación del general Qasem Soleimani, comandante del brazo operativo exterior de la GRI, la Fuerza Quds.

Soleimani ha sido fotografiado en varias ocasiones en el frente, aunque Teherán sólo confirma el envío de tropas para asesoría de las fuerzas iraquíes, milicianos chiitas y los peshmergas kurdos.

Sea como fuere, se trata del último ejemplo de cómo Irán ha emergido como un actor clave en la región, en particular a través de su proactiva GRI.

Como en Irak, en Siria y Yemen existe esta "conexión iraní" y se hace cada vez más evidente que se trata de una política impulsada por la GRI. El canciller ha asumido un papel secundario en la política Exterior.

A través del envío de armas a países lejanos, proveyendo entrenamiento y asesoría militar, y enviando dinero a políticos y milicianos afines, los guardias parecen estar impulsando una nueva doctrina: para proteger a la república islámica hay que confrontar las amenazas en el exterior.

Otro ejemplo reciente lo tuvimos con la sopresiva noticia de que uno de los fallecidos en un ataque israelí contra un convoy de Hezbolá en los Altos del Golán era un general iraní.

"Lucharemos hasta el final para destruir Israel", prometió el comandante en jefe de la GRI, general Mohamad Alí Jafari, en uno de los desafiantes discursos con los que respondió al ataque.

"La liberación de Jerusalén está cerca", agregó.
Jamenei, a cargo

La cancillería iraní envió una nota a Estados Unidos a través de su sección de intereses en la embajada suiza en Teherán diciendo que Israel había cruzado la "línea roja" de su país con esa muerte.

Agrega la nota que deben entender que habrá consecuencias.

Estas belicosas declaraciones, en particular contra Israel, no son nuevas. Y en general son ignoradas como mera retórica para consumo interno, como una forma de que sus ciudadanos vean al país como poderoso. La principal misión de la Guardia Revolucionaria es contrarrestar la influencia de Israel.

Pero últimamente hay algo que sí es novedoso: la Guardia Revolucionaria Iraní es cada vez más la que lidera la política exterior de la nación persa.

La guardia, fundada después de la revolución de 1979 para defender el sistema islámico del país y proveer un contrapeso a las fuerzas armadas regulares, son ahora el brazo ejecutor de facto del líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei.

Parece que Jamenei se ha hecho cargo al completo de la política exterior en buena parte del mundo.

Con eso, se ha apartado de la política internacional del relativamente moderado gobierno del presidente Hasán Rouhani, relegando a un segundo plano al ministro de Relaciones Exteriores, Javad Zarif.

Una llamativa señal del cambio en la gestión exterior iraní es precisamente el rol cada vez más prominente del general Soleimani, carismático comandante del brazo operativo exterior de la GRI. El general Soleimani ha adoptado un papel más prominente en Irak.

Soleimani de repente ha emergido de las sombras tras años de trabajo discreto para incrementar la influencia iraní en el vecino Irak.

Últimamente proliferan en medios y redes sociales las imágenes del general en reuniones y manifestaciones.

Parece que la guardia está ávida de explotar su reputación única para ganar legitimidad en sus planes de expansión exterior.

Al general Soleimani se lo considera el salvador de Bagdad de las garras de Estado Islámico el año pasado.

Hay pruebas de que personalmente vistió las líneas del frente y asesoró a las fuerzas iraquíes en la defensa de la capital, así como movilizó a las milicias proiraníes de Irak, las organizó y les facilitó dinero y armas.

Los milicianos chiitas ahora son una potencia en el interior del país y controlan numerosos distritos de la capital, pese a las reticencias de la mayoría sunita que habita las zonas.
Influencia creciente

En Siria, el general Soleimani y la guardia han facilitado armas y financiación al gobierno del presidente Bashar al Asad.

Los iraníes han ayudado a establecer una milicia progubernamental modelada a imagen de la Fuerza de Resistencia Basij de Irán, un ala de la guardia de jóvenes combatientes a tiempo parcial. Irán anunció consecuencias por la muerte Mohammad Ali Allah-Dadi en un ataque de Israel contra Hizbolá.

También han animado a la milicia chiita libanesa Hezbolá para que se involucre en la crisis siria.

El comandante iraní que murió en el ataque israelí en los Altos del Golán supuestamente estaba supervisando un intento de Hezbolá de instalar una batería de misiles apuntando a Israel.

A través de Siria, Irán ha armado a Hezbolá con miles de misiles de diferente alcance. Los líderes iraníes ven a la milicia libanesa virtualmente como una extensión de su país.

El ayatolá Jamenei parece dispuesto a abrir un nuevo frente contra Israel en Cisjordania.

Y lo dice abiertamente, incluso comandantes de la guardia han repetido recientemente que armar a los milicianos de la zona es algo que está en su agenda.

El movimiento islamista Hamas, milicia sunita que domina la Franja de Gaza, es ya un cliente iraní: recibe apoyo financiero y formación para la construcción de misiles.

El último desafío es Yemen, donde los rebeldes hutíes se han hecho con parte de la capital Saná. El comandante de la GRI Mohamad Ali Jafari implementa las políticas del ayatolá en el exterior.

No hay evidencias directas de que la mano de Irán esté detrás de la ascensión de los hutíes, pero comparten su visión del mundo: en especial su vehemente oposición a Estados Unidos e Israel.

Sí ha habido evidencias del contrabando de armas iraníes hacia Yemen antes.

También de que la Guardia Revolucionaria ha enviado armas a países de África occidental.

Y es evidente su presencia en América Latina, donde aparecen más enfocados en proyectos económicos y humanitarios.

El papel de la guardia en la región es principalmente confrontar a Israel, salvar a Al Asad en Siria, mantener altos niveles de influencia en Irak y contrarrestar la influencia regional de EE.UU. y Arabia Saudita, la principal potencia sunita en la región.

El ayatolá Jamenei nunca antes había tenido tanta influencia.

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